Nace en Novelda, en las inmediaciones del Primer Molí –camino del Castillo de La Mola-, siendo el único varón entre sus tres hermanas. Su infancia se sucedió como la mayoría de los niños de la localidad, asistiendo a una escuela de párvulos que, en su caso, regentaba la Tía Ana, en la calle San Rafael. Posteriormente pasaría a recibir las primeras enseñanzas con el Mestre Mandos. Allí empezó a leer y escribir.
Cumplidos los 12 años, tuvo que dejar la escuela para colaborar con su trabajo en la exigua economía familiar, iniciándose en el mundo laboral en la cantera de Bateig, en la que ya trabajaba su padre. A partir de ese momento comenzó también a asistir a la escuela nocturna de la Sociedad Obrera La Emancipación –fundada en Novelda en 1897-, ubicada en la calle de Mariana Pineda. Por aquellos años (1910) la familia se había trasladado a vivir al carrer l’Arbre, hoy Menéndez Pelayo, y Quito –apelativo por el que se le conocía- asistía a la escuela nocturna implicándose desde muy pronto en todas las manifestaciones culturales que desde allí se organizaban, sobre todo acudiendo a las charlas que sus compañeros mayores daban. El Sufragio Universal, los derechos de la mujer, las continuas reivindicaciones por conseguir la jornada laboral de ocho horas, et. eran los temas recurrentes que se debatían por aquellos tiempos en la esfera obrera. Estos y otros asuntos de carácter sociopolítico fueron calando en el joven. Allí también se forjó su amistad con Francisco Alted Palomares El Francho y con Lorenzo Fenoll, el Mestre Fenoll, a quienes admiraba y siempre consideró sus maestros ideológicos.
Al poco tiempo se afilió a las Juventudes Socialistas, siendo un miembro más de los que frecuentemente acudían a las charlas que se realizaban a la sede local, en la calle San Pedro.
Con el tiempo se convirtió en un asiduo lector del periódico Avante, que fundara Lorenzo Fenoll en 1914, lecturas que le llevarían a interesarse cada vez más por los asuntos de la política local. Como anécdota diremos que solía leerlo en la Casa del Pueblo en voz alta, como deferencia a aquellos que no habían podido aprender a leer y que le escuchaban atentamente.
Ya integrado en grupos de debate y análisis de todo tipo de temas sociales, laborales, políticos, etc. su interés manifiesto por la causa obrera desembocó en su afiliación al sindicato UGT, convirtiéndose en portavoz de los que como él trabajaban en las canteras de la zona.
Participante activo en las asambleas del PSOE, y miembro de la Sociedad de Canteros, fue considerado por los trabajadores canteros como un responsable muy eficaz por su activismo a favor del logro derechos y condiciones dignas de los obreros, no solo en la cantera de Bateig –donde trabajaba-, sino también en las de Abanilla y La Algueña, a donde se desplazaba los domingos para mantener reuniones.
Tras un breve periodo en Francia, en 1920, contrajo matrimonio con María Abad Riquelme. Fruto de aquella unión fueron sus cuatro hijos, Vicente –que murió a muy temprana edad-Francisco, Vicenta y Paulova.
En 1932, fue nombrado responsable de los asuntos económicos de la sección de Canteros de U.G.T de Novelda, y poco después ocuparía el cargo de adjunto a la Secretaría General del P.S.O.E de la localidad.
Hombre muy comprometido en la defensa de los derechos de los trabajadores que participó activamente como portavoz de los canteros en las negociaciones para conseguir aplicar la jornada laboral de ocho horas, y posteriormente la de 7 horas (42 semanales). Logro que sería derogado años después.
En el ámbito cultural, fue uno de los creadores e integrantes del grupo local teatral Talía, que dirigía su amigo Joaquín Hernández. Como también lo hizo en la agrupación musical Coro Clavé, dirigido por Jaume El Chindo. En ambos participó activamente en las numerosas actuaciones que se organizaron tanto en el pequeño teatro de la Casa del Pueblo, como en el Teatro María Guerrero.
Asimismo organizó, junto con sus compañeros de la Comisión Ejecutiva del P.S.O.E, una escuela nocturna gratuita dirigida a jóvenes que necesitaban reforzar sus estudios. Como también destacó por ser un insistente defensor de la creación de una fundación sanitaria que atendiera a los trabajadores de las canteras en caso de accidente; proyecto que nunca se llegó a materializar.
En el congreso de U.G.T., celebrado en enero de 1935, fue elegido Secretario General Adjunto y Tesorero Local. Ese mismo año en la Asamblea Comarcal, sería elegido Secretario del ramo de la Construcción.
Estallada la Guerra Civil, a Quito se le encomienda la responsabilidad de la recogida de víveres, ropa y enseres para ser enviados a los diferentes frentes del ejército republicano, en el que se encontraban jóvenes noveldenses, así como también a los puntos más afectados por la guerra.
Al finalizar la contienda, sería apresado y recluido en la cárcel de Alicante, donde pasaría tres años de su vida condenado por su trayectoria político-sindical, sin otro delito que haber sido fiel a sus principios e ideales que no fueron más que la defensa de derechos de los obreros y del bienestar de la gente humilde y trabajadora. Transcurridos cerca de los tres años de prisión, se celebró el juicio en el que se le condenó a seis meses y un día de cárcel. Francisco Abad Martínez quedó en libertad el 20 de junio de 1942, habiendo estado privado de tan preciado derecho dos años y medio más de los que había sido sentenciado.