“ …Elías Abad Torregrosa fue un hombre muy querido y respetado en Novelda, ejerciendo durante muchos años la profesión de médico y realizando una encomiable labor en favor del pueblo, contribuyendo a la creación de diversas entidades y siendo el gran animador del Asilo de Ancianos, en cuya fundación cooperó de forma extraordinaria, trabajando sin desmayo en gestionar todo lo necesario para su puesta en marcha, en unión de otras personas a las que logró motivar para llevar a cabo tan loable empresa.
El periódico católico local "La Acción", de carácter bimensual, en su número correspondiente al 7 de noviembre de 1930, al comunicar su muerte, escribía un extenso In Memorian, que ocupaba toda la primera plana y parte de la segunda, y del que reproducimos loa siguientes párrafos:
Cargado de años y de méritos ante Dios y la patria, el día 27 del pasado mes de octubre bajó al sepulcro don Elías Abad Torregrosa, esclarecido noveldense, varón recto, integro, piadosísimo, de profunda fe, de sentimientos nobilísimos, amante esposo y padre ejemplar, médico, culto, laborioso y lleno de abnegaciones....
Había nacido en 1846. Ya de niño siente interés por la medicina y después de los correspondientes estudios, cursa aquella Carrera en Valencia donde obtiene el título de médico y más tarde el dé cirujano, profesión que ejerce en Novelda por espacio de más de cuarenta años. Su dedicación fue plena y siempre prestaba sus servicios a cualquiera que se lo solicitaba, sin importarle si era de día o de noche, pobre o rico.
De su competencia y de su celo no solamente dieron testimonio su numerosa clientela, sino los cargos de médico titular, médico forense del Juzgado número 1 de Instancia e Instrucción y de la prisión preventiva del Partido, además de ser subdelegado de medicina del Distrito durante bastantes años.
En los años 1884 y 1885 el cólera sembró de cadáveres la población. Él, firme en su puesto, prestó asistencia a las víctimas y mantuvo el espíritu público. Fue el responsable de la Junta de Sanidad, cuyas actas redactaba. Sostenía conferencias a distancia, dentro del cordón sanitario, con los delegados de la autoridad gubernativa de la provincia, con el mismo gobernador civil y, por telégrafo, con el ministro de la Gobernación, a quien ponderó la aflictiva situación del pueblo en aquellas trágicas circunstancias, obteniendo la concesión de 10.000 pesetas, que, invertidas en el arreglo de la carretera de Novelda a la Monfortina, proporcionaron trabajo a los pobres braceros y aliviaron su miseria.
Cuando la epidemia de gripe de 1918, retirado ya de su profesión por su creciente imposibilidad física —iba perdiendo la vista— a ruegos de sus hijos —tuvo ocho, entre los que mencionamos a Elías Abad Navarro, Cronista Oficial que fue de Novelda—, y frisando los setenta y dos años de edad, el alcalde de la ciudad y un teniente de alcalde le suplicaron que, por falta de médicos, tuviese a bien prestar sus servicios a los enfermos de la partida de la Tejera y del barrio de la Estación, a lo que accedió muy gustoso, a pesar de sus años y de sus achaques. Así estuvo durante bastantes días hasta que fue víctima de la enfermedad, llegando a estar muy grave.
Fue secretario del Apostolado de la Oración, y en 1898 fundó la Adoración Nocturna, en la iglesia parroquial de San Pedro. Posteriormente, en el local de aquélla formó una biblioteca, escribiendo gran número de cartas a amigos, residentes en Novelda y fuera de la villa, pidiéndoles libros. Reunió muchísimos volúmenes y en todos ellos, de su puño y letra, aparecía una nota en la figuraba su procedencia y el nombre y apellidos del donante. La biblioteca se inauguró y ésta fue circulante.
Elías Abad Torregrosa tomó a su cargo la loable empresa de fundar en Novelda una Casa de Beneficencia o refugio de ancianos pobres e impedidos, para lo cual entró en contacto con el alcalde constitucional, don José Mira Navellón; el Cura Ecónomo, don Antonio Castillo Agustí, y el secretario del Ayuntamiento, don Federico Soria Avila, iniciando las gestiones oportunas para convertir en realidad el deseo o proyecto que ambicionaba. Dirigieron una carta a la Madre Superiora General de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados y se entrevistaron con el Obispo de la Diócesis, poniendo a su disposición un amplio local situado en el barrio de San Roque. Se llevaron a cabo obras de restauración, realizadas de conformidad con lo ordenado por la Madre Superiora que lo había inspeccionado, y en el mes de diciembre de 1885 se inauguraba el Asilo de Ancianos, que ya ha cumplido su primer centenario. Pudo haber abierto sus puertas en 1884, pero la epidemia colérica de dicho año, lo retrasó todo.
Hasta el último momento de su vida y a pesar de haber perdido gran parte de su visión, mostró su preocupación por Novelda, por sus Cosas, por sus instituciones. Fue también secretario y presidente de la Adoración Nocturna, dejando escritos varios tomos de actas, crónica literaria de la misma, y en las que se puede conocer el origen y desenvolvimiento de aquélla.
Cuentan las crónicas y testigos presenciales que todavía viven, que el entierro de Elías Abad Torregrosa constituyó una gran manifestación de sentimiento popular.”
Texto publicado en: Aldeguer Jover, F. (1990). Gente de Novelda.